lunes, 8 de octubre de 2007

1.2- El punto de vista estético

Supongamos que tres hombres recorren un bosque. Uno de ellos es botánico; toda su preocupación se dirige a ver las cosas tal y como ellas son en sí mismas. Su actitud obedece a un punto de vista teórico-intelectual.
El segundo de los tres hombres es un leñador; ha recibido orden de entregar una determinada cantidad de madera, y examina los árboles buscando los más adecuados para cortarlos y sacar de ellos la madera que debe suministrarse. El punto de vista de éste personaje es absolutamente práctico.
El tercero es un excursionista de la naturaleza. No ha venido al bosque tratando de enriquecer sus conocimientos ni su visión teórica; le tiene sin cuidado, asimismo, el aspecto económico-material del bosque.
Lo único que en él busca es contemplarlo, recrear en él su mirada. No mira, por decirlo así, por encima del bosque, hacia otros objetivos, sino que deja que su mirada se pose amorosamente en él, complaciéndose en contemplarlo, con despierta y profunda sensibilidad. El suyo es el punto de vista estético.
El punto de vista estético es, por ello, el reverso completo del comportamiento práctico. Pero también se distingue esencialmente del punto de vista teórico, aunque tenga con éste, sin embargo, ciertos puntos de contacto.
El objeto artístico no es nunca un medio para un fin, sino siempre el fin en sí mismo, cuando el objeto nos atrae y nos deleita su contemplación, no estamos en actitud intelectual, ni activa, sino estimulando nuestro espíritu para que cada vez con mayor frecuencia podamos disfrutar de lo estético.

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